En una fría noche otoñal en la qué por fin hace un tiempo acorde a las fechas en las qué recién entramos vengo a haceros reflexionar sobre algo qué todos deberíamos tener en la cabeza cuando algo nos sale mal, muy mal.
Qué bonito es fracasar
No amigos, no me he vuelto rematadamente loco ni nada por el estilo, simplemente, creo qué en la vida nos enseñan (mal hecho) desde bien pequeños a qué sólo se puede ganar o perder, a qué no existe la posibilidad de qué algo sea bueno incluso cuando nos ha salido rana. También cuando vamos avanzando en edad descubrimos una palabra tan gigante cómo el significado negativo que le damos: FRACASO
Parece el momento idóneo para qué se nos derribe el castillo de naipes, para qué todo aquello por lo que llevamos luchando un largo tiempo, a veces poniendo todo lo que tenemos para qué salga bien, se acabe. ¿Acaso no lo deberíamos tomar como el inicio? ¿Acaso estar en el más absoluto de los desastres no es la señal inequívoca de qué cambiemos?
Voy a desmontaros varios mitos cavernarios (qué algo de Platón aprendimos) y os voy a recordar que la suerte existe, pero que casualidad que siempre le llega a los que más trabajan, a los qué piensan que les va a llegar su oportunidad y a los qué nunca se rinden a pesar de lo horrible que pueda ser la derrota. ¿De verdad piensas qué te va a tocar la lotería si no juegas? Es materialmente imposible, amigo lector.
Otro concepto qué vengo a haceros olvidar es aquel de qué nada ni nadie es para siempre: como todo en esta vida tiene su parte de verdad y su parte de mentira. Algo será para siempre, siempre y cuando valga la redundancia, nos haga felices tanto a nosotros como a todas las personas qué lo conforman. Llámalo familia,amigos,pareja o simplemente llamalo X. A veces las cosas se rompen y por mucho qué intentemos arreglarlas no quedarán igual, a veces el remiendo construye sin embargo algo más sólido y bonito a pesar de no ser nuevo.
No podemos olvidar jamás quienes somos, no podemos dejar tampoco que la gente que nos rodea decida creer quienes somos: si opinan algo de ti que no es cierto lucha por demostrar que no es así, la indiferencia es algo asocial que no siempre va a ser suficiente en la sociedad global en la que nos movemos.
En definitiva, me gustaría que sacarías vuestras propias conclusiones de esta reflexión que es más autobiográfica que nunca, pero qué también puede ser más para todo el mundo que cualquier otra que haya salido de mi mente.
¿Qué habéis pensado o sentido al leerme?
Ahora os leo yo
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