Con un título tan sencillo como este vengo a contaros algo que llevo pensando meses y que creo que todos deberíamos pensar y reflexionar sobre ello en algún momento de nuestra montaña rusa de vida: ¿Por qué tenemos que tener un motivo o explicación para absolutamente todo?
A veces nos sentimos en la obligación o compromiso de contar todo a todo el mundo, parece que si algo no aparece en una red social no ha pasado, parece que si no te cuento cada detalle de mi vida te quiero menos que ayer y no somos conscientes de lo sumamente insano que es eso. También tenemos batallas internas con nosotros mismos para hacer ver a las personas que queremos que nos importan, aunque no las veamos o tengamos el tiempo suficiente que ellas nos requieren. Nada más erróneo que medir el amor en segundos o en likes amigos lectores.
Algo que me parece peor aún es clasificar a las personas de nuestra vida como si de peones de un ajedrez se tratase, sin apenas tener en cuenta los sentimientos de cada uno de ellos. Tampoco parece que sea fácil entender que existen personas que forman parte de algo que no está, ni debe estar, al alcance de todo el mundo.
En definitiva, vamos a dejar las caretas para Halloween y carnavales y vamos a empezar a ser como somos realmente con todos... Quizás perderemos seguidores de Instagram pero ganaremos vida
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