En la semana que llegan (ahora sin atisbo de quedarse en aviso) las lluvias y las frías temperaturas a Sevilla me gustaría haceros reflexionar con algo que seguro pocas veces os habéis parado a pensar:
¿Acaso cuándo más frío hace no notáis una inquietante sensación de calor previa a la congelación?
Es algo que también pasa con los sentimientos humanos que nos traen locos de la cabeza, todos sentimos mucho más de lo que pensamos, todos nos hemos visto en alguna ocasión con la sensación de no ser capaz de mostrar o luchar más por aquello que siempre creímos vital. No existe nada más triste que un corazón incapaz de sentir, cansado de dar oportunidades a "imposibles" y con más ganas de pararse que de seguir intentando cosas sin rumbo fijo.
A veces no nos damos cuenta pero durante algunas milésimas de tiempo todo se detiene, nada purula a nuestro alrededor (o al menos eso pensamos) y el reloj deja de marcar las horas para hacernos una pregunta tan dura como sencilla: ¿merece la pena? Tenemos muy pocos segundos para responder y un fallo puede suponer un gran aprendizaje al mismo tiempo que una de las decisiones más dolorosas de nuestra existencia.
¿Está realmente preparado el ser humano para algo así o queremos creer que lo está?
Llega el otoño, llega el cambio de hora y lo único que me queda por deciros es...
¿Merece la pena?
Comentarios
Publicar un comentario