En una semana en la que ha acabado el verano y han llegado las lluvias (entre otras muchas cosas que han pasado) creo que vital reflexionar sobre algo increíble que nos pasa a todos pero que nunca cambiamos (dudo mucho que lo hagamos).
Vivimos en la sociedad más hiper comunicada de la historia, la que más sociabiliza y la que más miedo tiene a la soledad y al rechazó. Sin embargo pasamos los días con miedo a escuchar lo que la gente piensa, queremos sinceridad pero al mismo tiempo tememos que llegue. Hablamos sin parar (a todas horas y con todos) y yo el primero, pero pocas veces escuchamos (que escuchar no es oir) y aún menos veces nos escuchamos.
La falta de entendimiento, la falta de preocuparnos por lo que pueda hacer estar mal a la otra persona y la falta de ganas de arreglar un problema cuando aparece son grandes males de nuestra generación.
Así que os digo una cosa queridos lectores... ¡El orgullo no os hará felices!
hablen, no callen, pero nunca dejen de escuchar y aprender de la persona que tienen al lado. Si te hace sonreír, vale vida
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