Si me hubieran dicho hace casi dos meses cuando escribí la última vez por estos lares que la próxima vez que lo haría sería con un ciudadana anónimo amenazando a la mayor potencia mundial y semanas de 40 grados en Sevilla no me lo hubiera creído demasiado (o quizás sí porque ya no existe nada que no me crea realmente)
Por otro lado he leído en las últimas semanas en redes conceptos relacionados con las ya afamadas partes de la desescalada y creo que todos tenemos un único cometido en este momento: tenemos que ser felices.
¿De qué nos ha servido realmente el confinamiento? ¿De qué nos vale tener rencor y callarnos lo que sentimos? Es el momento de ser realmente valientes, decir lo que sentimos, pedir perdón o decir te quiero si así lo creemos. No es momento de planes en el tintero, no es la hora de dudas o miedos. Somos como somos y nadie es igual que nosotros. Seas como seas, tengas lo que tengas o a quien tengas en tu vida, es el momento de sacar tu mejor sonrisa. ¿Desamor? ¿Decepción? ¿Agobios por examenes? No amigos, no voy a tirar de tópicos y esto no es un libro de autoayuda. Como digo siempre no podemos decidir dónde ni como estaremos mañana. ¿Y si dejamos atras el condicional?
Yo no soy mejor ni peor que nadie, tú querido lector, que estás al otro lado de la pantalla tampoco lo eres... ¡Pero no has superado una pandemia mundial e histórica para que pueda contigo una cosa pasajera, porque todo pasa!
Permítete estar mal para ser mañana la mejor versión de ti mismo.
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