A pesar del frío polar que asola nuestra vida esta última semana he querido haceros reflexionar sobre algo que creo necesario para que, a todos, nos vaya mejor.
Siempre he pensado que si nos creamos expectativas sobre algo o alguien podemos acabar llenando de frustración nuestra vida si eso no acaba saliendo como pensábamos. También pensé siempre que los problemas que tenemos, hemos tenido y tendremos solo tienen un camino para afrontarlos: buscar la solución si la tiene y no darle más vueltas si no, simplificar (como si de una fracción se tratase) la vida y no hacerla más complicada.
Y aún más importante, aún si cabe, es sonreír cada día por algo, incluso en el peor día de nuestras vidas debemos sacar algo que nos ilumine la mirada. ¿Y a tí, qué te ha hecho sonreír hoy? Porque incluso detrás de las lágrimas más dolorosas se esconde un motivo para sacar fuerzas, una promesa de que esa sonrisa volverá a nuestro rostro. Creedme que no os hablo de un imposible, porque esa palabra hace tiempo que salió de mi vocabulario.
En definitiva, y os lo digo con la mano en el corazón, cuando peor te trate la vida, más fuerte debe ser la sonrisa.
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