Después de una semana con más emociones fuertes que el final de una película de tarantino (para que luego digan que la época navideña es calmada y para recuperar descanso) vengo a haceros reflexionar sobre un tema que, como siempre, lleva un tiempo en mi cabeza y creo que puede ser el mejor resumen posible para lo que queda de año y de década.
A veces en la vida, como en el deporte, necesitamos un tiempo muerto, necesitamos un tiempo en el cual reencontrarnos con nosotros mismos y dejar atrás todo y a todos, aunque solo sea por unos días. Son unos días en los cuales nos sentimos abandonados del mundo, sentimos que la suerte ha quedado atrás y que nuestros caminos son un callejón sin salida... nos sentimos realmente apagados sin un faro que nos guíe y sin que nadie pueda ayudarnos.
Son días en los que me gustaría daros un pequeño consejo: no hagáis desaparecer las personas que intentan ayudar, no hagáis enfadar a las personas que simplemente están buscando que vuelvas a sonreír y simplemente déjales claro que no son los días perfectos para que hablen contigo.
Después os aseguro que volveréis a ser vosotros mismos y en este caso después de esos malos días volveréis a ser vuestro mejor versión posible. Hay momentos en la vida en los que tenemos que decidir simplemente quién tiene que estar y por otro lado quién no tiene por qué estarlo y quién tendrá que empezar a estarlo más. Son esos días los días más importantes en vuestra vida porque son los días en los que decidireis los compañeros de un viaje en el cual no sabéis ni destino final ni momento en el que acabará lo que si sabéis es que perseguir la felicidad es vuestro único objetivo y son ellos los que os ayudarán a encontrarla.
En definitiva, al final es algo más sencillo de lo que parece: se trata de desconectar el tiempo que haga falta pero cuando vuelvas tienes que volver siendo la mejor versión de ti mismo y haber elegido bien a quién quieres tener cerca
Comentarios
Publicar un comentario