Ha llegado el verano queridos lectores y con ello os traigo una reflexión más que espero que os guste y al mismo tiempo os pueda llegar a servir de algo en la vida.
De pequeños, cuando empezamos a tener uso de razón, jugamos a ser mayores y empezamos a vivir nuestra vida siempre con el cariño y la vigilancia de nuestros seres queridos que nos tienen por seres frágiles. Cuando vamos creciendo seguimos jugando a ser mayores, a veces antes de tiempo y comenzamos a darnos cuenta de que la vida no es un camino de rosas y que a veces hay que acostumbrarse a sufrir (sin que llegue a ser lo habitual).
Cuando por fin alcanzamos la madurez y la responsabilidad suficiente para jugar un papel en la vida es cuando todo se complica aún más si cabe y cuando a veces (cosa que deberíamos evitar pero no podemos o no queremos) empezamos a jugar con los sentimientos de las personas e incluso a veces con los nuestros propiamente. Muchas veces he pensado en las armas de guerra pero no existe arma más poderosa que el ser humano. Somos capaces de romper ilusiones, relaciones y esperanzas con el simple hecho de abrir la boca.
¿Sabéis cuál es el juego más difícil de todos? Jugar a ser otros, empatizar y ponernos en el lugar de la otra persona.
El día que consigamos ser los reyes de ese juego y calibrar para no pasarnos de rosca seremos invencibles.
¿Y tú, a qué juegas últimamente?
¡Me encanta!
ResponderEliminarGracias como siempre por tu opinión y por tu ratito
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