Con las primeras gotas que caen del cielo, anunciando casi el final de un verano que se va apagando, se me han presentado algunos pensamientos que me apetecía compartiros.
Ha sido muy bonito estar hasta las mil despiertos sin el miedo del madrugón del día siguiente, ha sido genial compartir con nuestros amigos piscinas, playas o días de fiesta sin preocupaciones aparentes pero... ¿Y si os digo que me apetece un montón tener que madrugar? ¿Y si nos damos cuenta de que lo bonito está en el día a día?
Siempre lo he pensado y me reafirmo, no quiero eternos veranos, no sería feliz saliendo todos los días o sin tener nada que hacer a diario durante toda mi vida.
Descubriremos la verdadera felicidad cuando nos levantemos un lunes y apreciemos el ratito de charla en clase o en el trabajo, cuando valoremos lo que aprendemos o lo que sacamos adelante en nuestra vida con esfuerzo y ganas.
No es que pasen los años, es que pasan los segundos y los días y lo único que hacemos es pasar hojas en el calendario.
Estamos deseando que lleguen los fines de semana y pasamos de los martes o los jueves como si no debieran existir.
Pues yo necesito un lunes para disfrutar del msrtes, es más, me encantan los lunes, me encanta organizarme y me encanta la rutina porque amo lo que hago a diario y si conseguimos eso en nuestra vida no solo seremos tremendamente afortunados sino muy felices.
Pero... ¿Y si lo que hacemos a diario no nos gusta? ¡Pues que mejor motivo para luchar cada día por cambiarlo!
Se trata de querer quitar menos hojas en el calendario y empezar a querer disfrutar de ese maldito lunes... Porque todos los días tenemos 24 oportunidades para aprovechar que estamos vivos (que no es poco amigos)
El día que esto se esté acabando querremos eternos lunes y solo tendremos miedo y arrepentimiento así que... ¡Mañana es un día perfecto para que sea el mejor día de tu vida!
¿Qué va a llover?
¡Bendita lluvia!
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