Viviendo como lo hacemos en pleno siglo XXI y con la fuerza y la importancia que alcanzan las tecnologías o la química me siento a reflexionar sobre algo aún más potente que todo eso, sobre una cosa que siempre ha estado, siempre está y nunca dejará de hacerlo.
Hablamos del corazón, de las ganas, del si incondicional, del si porque creo y puedo, de todo eso que no es material y que no tiene una explicación científica y a veces ni es palpable o visible pero simplemente está en nuestro interior.
Como ese niño que sueña con ser guerrero y conquistar a la princesa, como ese adolescente que sueña con el mejor verano de su vida o como ese padre de familia que vive soñando con sacar adelante sin miedos ni preocupaciones su casa.
En un mundo hecho para ser mejor que el otro, en una sociedad competitiva por naturaleza ¿Por qué no soñamos sólo con ser igual de felices que el otro?
Simplemente piensalo...
Mejor aún...
¡Sientelo!
¡Quierelo!
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